miércoles, 20 de mayo de 2015

La crisis de los 40

La crisis de los 40

La crisis de la mediana edad o de los 40 años que viven algunos hombres y mujeres también puede afectar al matrimonio. Un análisis reciente del Foro de la Familia enumera los principales motivos del “paso del ecuador” en la pareja.
Los cuarenta años marcan un momento importante en la vida del ser humano; suele ser un alto en el camino para reflexionar sobre el pasado y plantearse algunos cambios para el futuro. Sin embargo, cuando la relación conyugal no se encuentra en un estado saludable o alguno de los cónyuges no afronta la situación de la manera adecuada, la crisis que algún momento fue individual, puede convertirse en una crisis matrimonial.
El dar por terminados los objetivos que ambos tenían en común, cuando todavía les queda tanto por hacer conjuntamente.
Perder el norte, que les servía para educarse y fomentar las convicciones, las virtudes y valores humanos, que les daban seguridad a la hora de actuar. Desgraciadamente, los han sustituido por actitudes materialistas, que les llevan a ver la vida bajo otros enfoques.
Considerar que sus tareas familiares, conllevan un exceso de responsabilidades, imposibles de sobrellevar y que el matrimonio, empieza a volverse una carga difícil de llevar.
Los cambios físicos, biológicos, psicológicos, religiosos, económicos y sociales que se producen al llegar a esa edad, hacen creer a algunos que han disminuido o desaparecido las cosas importantes que tenía en común la pareja. Aparecen malestares pasajeros o francas depresiones con situaciones de crisis transitoria, cuya duración permite la elaboración de otros cambios más fuertes que hacen para pasar a la siguiente etapa. En general estos cambios pueden tener un valor positivo, si la pareja consigue, que les sirvan para un mutuo conocimiento, maduración y crecimiento, como personas y como matrimonio.
No estar preparados para sobrellevar el llamado síndrome del “nido vacío”, que es cuando los hijos dejan la casa paterna, para irse a vivir a otro lado por motivos de estudio, trabajo, amigos o matrimonio. En cuanto los hijos, ya han crecido lo suficiente como para ser más independientes y tienden a alejarse del hogar familiar, lo que origina que los padres se sientan solos. Pues si en los primeros años del matrimonio, existía la ilusión de la juventud y la esperanza de criar a los hijos, con el paso de los años y tras haber luchado, por ellos y por la vida, el hueco dejado por los hijos puede separar a la pareja. El rol en el matrimonio, muchas veces ha perdido su carácter excitante, por la frenética actividad y las múltiples preocupaciones que conlleva una vida familiar en armonía y felicidad

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