Historia
¿Cuál
es el origen de las Fallas? ¡Ojalá lo supiera! Por el momento, las
investigaciones históricas sobre la fiesta no han podido dar con la
manera en que surgió, y ni siquiera una fecha más o menos aproximada. La
documentación más antigua hallada sobre las Fallas data de 1784, y es
un oficio de la autoridad municipal de Valencia que prohíbe quemar
fallas en las estrechas calles de la ciudad y obliga a colocarlas en
plazas suficientemente amplias. Este escrito nos indica claramente que
en el siglo XVIII ya se plantaban fallas en Valencia, pero nada más.
Sobre
el origen de las Fallas hay muchas teorías, algunas muy populares pero
no por ello más ciertas. A continuación se resumen las hipótesis más
importantes sobre la aparición de esta fiesta.
Costumbres de los carpinteros

A
pesar de ser una teoría muy difundida, no existe constancia documental
que la certifique. En los antiguos reglamentos del Gremio de Carpinteros
de Valencia nunca se especifica que haya que quemar algo en San José,
sino más bien que el patrón hay que celebrarlo con sermones, música
sacra y rosarios. Por tanto, no se puede decir con seguridad que estos
profesionales fueran los pioneros de las Fallas, aunque es bastante
probable que intervinieran en la realización de los monumentos.

Una
variante de la teoría de los carpinteros dice que lo que quemaban no
era el parot, sino trastos viejos del taller, pero esto tampoco se ha
podido comprobar con documentación histórica.
Rituales solares

Por
ello, algunos historiadores piensan que las Fallas son en realidad una
costumbre muy antigua de Valencia, seguida por los árabes o quizá por
pobladores de la ciudad anteriores a ellos, que se inició como fuegos de
primavera y evolucionó hasta los monumentos satíricos que hoy en día
conocemos. Tampoco se ha podido comprobar documentalmente que esto haya
sido así realmente.
Algunos
estudiosos han combinado esta teoría con otras, por ejemplo, afirmando
que las hogueras que prendían los carpinteros en San José tenían su
origen en fuegos de primavera.
Peleles que se tiraban a la hoguera

Lo
que piensan algunos estudiosos es que las Fallas derivan de este pelele
satírico que se tira a una hoguera. Se sabe que era muy típico en la
Valencia del siglo XIX colgar monigotes grotescos en ventanas y balcones
siendo Carnavales o en jueves de Cuaresma (es decir, cerca de San
José), y es fácil suponer que con el tiempo se pasó a poner más figuras,
llegando a formarse un primitivo monumento fallero donde se
especificara mejor la crítica. Pero de nuevo, este punto de inflexión
hacia las Fallas no está del todo verificado.
En
cualquier caso, la costumbre estaba plenamente establecida en Valencia a
finales del siglo XVIII y aún más en el siglo XIX, aunque en aquella
época no se podía considerar aún fiesta, sino un festejo encuadrado
dentro de las celebraciones de San José. Por aquel entonces la falla
poco a poco dejaba de ser un montón de trastos viejos para pasar a
convertirse en algo más elaborado: una tarima de madera que tenía encima
diversas figuras o ninots vestidos con ropa real y máscaras de
cartón, los cuales simulaban una escena teatral de contenido
generalmente satírico. Este primitivo catafalco se montaba el día 18 por
la mañana y se quemaba el mismo día por la noche, razón por la cual en
aquella época se llamaban “falles de la vespra de Sant Josep” (fallas de
la víspera de San José).

Así
pues, la costumbre de las fallas crecía poco a poco durante el siglo
XIX, aunque con algún que otro año malo. Sin embargo, al tratarse de una
forma crítica, las autoridades municipales decidieron en 1851 que los
bocetos de los monumentos deberían pasar una censura previa, la cual
sólo dejó de existir de 1868 a 1870. En este segunda mitad del siglo XIX
se hizo muy habitual la llamada “falla erótica”, que era aquella que
hacía sátira sobre el matrimonio, los cortejos entre hombres y mujeres o
las relaciones sexuales; sin embargo, también podían encontrarse
monumentos con crítica política, apologéticos y humorísticos. Por otro
lado, también empezaron a publicarse los llibrets,
panfletos que explicaban las fallas y que vendían los niños por la
calle, siendo el primero el que explicaba la falla de la plaza del
Almudín escrito por Josep Bernat i Baldoví.
El festejo progresaba, pero aún se encontró con muchas dificultades que le ponían las autoridades. De hecho, se crearon unas arbitrios por plantar falla que
llegaron a subir tanto que hicieron que en los años 1885 y 1886 no se
plantara ninguna dentro de Valencia. Las protestas consiguieron que se
redujera esa cantidad a pagar al municipio y al año siguiente volvieron
los catafalcos a las calles. Ya era una época en que se empezaban a
consolidar algunos actos del programa de festejos y donde la falla
erótica dejó paso a la de crítica política, como era de esperar en estos
años de importantes sucesos en la historia de España como la pérdida de
las colonias de ultramar. Todo aumentaba en lo que ya se podía llamar
propiamente fiesta: la cantidad de actos, el número de fallas que se
plantaban (se pasó de plantar cinco en 1861 a 13 en 1899, por ejemplo),
las comisiones falleras que permanecían activas año tras año, el tamaño
de éstas, su calidad artística y hasta el tiempo en que estaban
expuestas, pues desde 1892 todas se quemarían el 19 de marzo por la
noche, alargando los festejos a dos días. Hasta ese momento, sólo en
casos esporádicos se quemó alguna en San José.

Ahora
bien, a las autoridades no les hacía gracia tanta crítica a la política
local, nacional e internacional de España, que llegó hasta el punto de
que en 1895 la cremà de la falla de la plaza de Pellissers, dura con la
política africanista, se convirtió en una manifestación que tuvieron que
disolver las fuerzas de orden público. Por ese motivo, las autoridades
quisieron reprimir esta temática, consiguiéndolo a principios del siglo
XX al ponerse de moda las fallas apologéticas. Son los años en que
irrumpe con fuerza la falla artística, empujada sobre todo por la
creación de los premios al monumento fallero en 1901 por parte del
Ayuntamiento de Valencia. Este hecho, que fomentaba el valor artístico
sobre el crítico (que tanto molestaba entonces), motivó a los falleros a
crear fallas mejores estéticamente y por tanto a buscar buenos artistas
que las realicen. De rebote se creó el embrión de la nueva profesión de
artista fallero, ya que algunos de esos profesionales (en su mayoría
escultores, pintores y carpinteros) acabarían dedicándose exclusivamente
a realizar fallas.

De
esta manera, se había iniciado el camino para convertir las Fallas en
un atractivo turístico. En 1927 llega el primer tren fallero a Valencia,
se elige a la primera fallera mayor de Valencia(Ángeles Algarra) en 1931, se organizan los primeros actos oficiales de una semana fallera en 1932 y se elige el primer ninot indultat en 1934 para crear un museo de folklore que al final fue elMuseo Fallero. La Guerra Civil Española (1936-1939) supuso un paréntesis obligado a la fiesta, aunque se plantaron en 1937 algunas fallas de
contenido propagandístico por parte de ambos bandos. Recién finalizada
la contienda, en 1939, el Ayuntamiento de Valencia crea Junta Central
Fallera, la cual en 1944 promulga el primer Reglamento Fallero, normas
que han de cumplir todos los falleros asociados a esta entidad. Todo
ello, añadido a a que en 1941 se crea la sección especial, máxima
categoría de concurso para los monumentos, y que en 1945 se oficializó
la Ofrenda de Flores a la Virgen de los Desamparados, va configurando poco a poco la fiesta fallera que conocemos hoy en día.
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